Las multas de tránsito y su reclamación
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Riflexiones
Cuando un chófer es multado por un oficial del tránsito
en Cuba y no está de acuerdo con la penalidad en cuestión y decide reclamar
ante la instancia correspondiente, sin
saberlo, comienza una pequeña odisea que lo convencerá de no cuestionar jamás
la decisión de un supuesto vigilante justiciero de nuestra sociedad.
Usted puede pensar que la Dirección Nacional del
Tránsito, adscrito al Ministerio del Interior, es una institución nacional.
Error craso. A la hora de las reclamaciones muta como un camaleón para hacer
que su derecho sea solo una fantasía.
Usted tiene que pagar la multa en el municipio donde
fue multado, es decir, si usted es de San Miguel del Padrón y lo multan en Playa,
tiene que pagar la multa en la oficina establecida para el cobro en ese
municipio, por lo que tendrá que dedicar una mañana para montarse en un rutero
e irse hasta la calle 36 en Playa y pagar la multa.
Usted llega al lugar y paga los 30 pesos.
-Compañera, yo quiero reclamar esta multa.
La cobradora ni siquiera lo mira, y con el dedo
índice apuntando hacia un lado le da a entender que busque con la vista un documento
oficial pegado en el lateral de la ventanilla de cobro, donde le informan que
la multa debe ser reclamada en 170 y casa de las quimbambas.
¿Cómo es posible?, se cuestiona usted, ya con el
enojo a flor de piel, pero el encogimiento de hombros de la cobradora le da a
entender que eso no va con ella, qe ese no es su problema, sino solo suyo.
Regresas a tu casa dudando si reclamar o no la multa
injusta. Ya tuvistes que pagar un 10 por ciento de tu salario, pronto cuando te
jubiles será el 20 por ciento, porque la jubilación es mengua, pero los doce
puntos de los 36 permitidos en un año te deciden a ir a reclamar tu derecho.
Al día siguiente, coges dos ruteros para llegar
hasta 170 y casa del diablo a reclamar la multa. Foul a las mallas, cuando
llegas no hay nadie atendiendo a pesar de que son las 9 de la mañana.
-¿Compañero donde puedo reclamar una multa?
-No, dice el oficial de guardia de la estación
policial, la compañera está para la instancia superior, llevando las
reclamaciones hechas hasta ayer.
-Pero, indaga usted, ¿cómo es posible que cierren la
atención a las reclamaciones? Yo vengo desde San Miguel del Padrón a reclamar
mi derecho y alguién debe atenderme.
-Hable con el jefe de la unidad, responde molesto el
oficial de guardia. Este no está para atenderte, sino para ser policía: mal
educado, prepotente, desconfiado y cuando puede abusador.
-¿Donde esá su oficina?, pregunta usted más molesto
que el policía en funciones.
-Aún no ha llegado.
Decide usted esperar un rato pero se desanima cuando
el oficial de guardia le recuerda que estamos cerca del Primero de Mayo y el
jefe está para una reunión de la jefatura por tal motivo. Y así, tan
facilmente, llega usted a la conclusión, cuando va malhumorado de regreso a la
casa, de que usted para el estado cubano es una reverenda mierda, sin ni
siquiera con derecho a reclamar.
Y cuando usted llega a su casa y abre la página del
diario Granma en la parte donde los lectores cuestionan nuestro socialismo de
quincalla le choca el por qué allí no aparecen esas cosas de nuestro cotidano
vivir; porque vivir en la Cuba de hoy, amigo mio, es una tortura por donde
quiera que lo mires.
Es entonces, cuando sentado en la sala de tu casa
comienzas a cuestionarte todo lo que has hecho por esta sociedad, para al final
ser tratado como un burro perezoso por las supuestas autoridades que deben
servirte y protegerte.
Es cuando te lamentas de haber criticado a un amigo
por entregar su carnet del partido, enojado porque con un familiar enfermo
operado en La Habana y siendo de provincias, solo tuvo la ayuda de las monjas
de un convento para comer y dormir. A esa hora ni la dirección de su trabajo,
ni el partido al que pertenecía le dio siquiera una palabra de estímulo.
Pero toda consecuencia, tiene su causa, y es que
desde hace rato el estado cubano piensa al revés y ahora reclama demasiado
tiempo para pensar al derecho.
Mi primera pregunta, para sosegarme, es preguntarme
quienes integran la policía hoy en día. Jóvenes que no optaron o no pudieron
llegar a la universidad. ¿Como un joven con todas las posibilidades que hay en
Cuba para la superación llega a ser un policia?
¿Mala conducta? ¿Problemas de capacidad intelectual?
¿Posibilidad de abandonar provincias para irse a la capital? ¿Será porque los
salarios son mucho mayores que el de un obrero o un intelectual? ¿Que puede
influir en un joven para que decida no hacerse un profesional e irse a la
policia? Indiscutiblemente que a esas fuerzas policiales no ha ido lo mejor de
nuestra juventud, amén de que estando ya dentro de ellas esa institución puede
enmendarles el futuro. Mientras tanto, el ciudadano a padecer de sus acciones.
Para nadie es un secreto que el habanero no quiere
ser policia. Eso lo ha reconocido el estado publicamente. Lo que nunca han
explicado el por qué los jóvenes metropolitanos con plenas facultades, sin
problemas de conducta o de capacidad no quieren dedicarse a proteger y servir a
su población, los otros jóvenes capitalinos sin esas condiciones tampoco.
Por tanto, señores, a seguir padeciendo. Estas son
las cotidianidades que nada tienen que ver con el bloqueo, ni con el
capitalismo y una de las causas por las que el cubano se hace apático.
Porque hay algo que me dice mi amigo el multado que
había pasado por alto. La multa es de 30 pesos y le adosan doce puntos de los
36 que le permiten antes de retiro de la licencia de conducir. Si hubiera hecho
las gestiones en su auto hubiera gastado 12 litros de gasolina que representan
doce pesos convertibles, al cambio son 280 pesos que es la moneda en la que se
cobra el salario en Cuba.
Resulta risible gastar 280 pesos en una multa que
vale 30. Pero ¿que no es risible para el cubano de siempre? ¿Yo no se de qué se
quejan los americanos cuando les anuncian que el galón de gasolina les costará
en breve 4 dólares? En Cuba hace rato que cuesta más que eso, porque el dólar
americano está alrededor de los 80 centavos del peso convertible cubano, y el
litro de gasolina mala está a 0.95 peso convertible. Y todavía se alarman
cuando el transporte particular en Cuba funciona sin que sus propietarios pasen
por las gasolineras, como se expuso en un artículo del Granma de una investigaión
hecha en Pina del Rio.
A propósito, hay un dicho popular cubano que reza: “en
honor a Matías Perez cuando en Cuba suben un precio nunca lo bajan”.
Cuando el ciclón Flora subieron el cigarro a 1.60
pesos y ya hoy anda por los 7. Hace rato subieron el precio de la gasolina con
el compromiso de ajustarlo trimestralmente, pero parece que el trimestre es un
burocrata y no se aparece a trabajar.
Los precios de los productos en las tiendas de
divisas representan un 240 por ciento de su costo y a pesar de ello los
mercados están desabastecidos.
Y me pregunto ¿Qué festejamos este Primero de Mayo
si estamos peor que en el aniversario anterior?
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