Miscelanias de esta isla de siempre
Por el Francotirador del Cauto
Riflexiones
El realismo mágico nunca emigró de Cuba, al contrario, se reafirma cada día con las decisiones burocráticas que pretenden vanamente disciplinar lo que a todas luces conduce a un caos político, económico y social.
Y es que las decisiones impopulares de nuestros burócratas, personajes que han perdido el horizonte del socialismo desde hace rato, causarían risa si dejaramos de pensar en los efectos que ocasionan sus medidas rocambolescas en los sectores de nuestra población.
Yo les pregunto ¿Cómo pretender ponerle el cascabel a la indisciplina vial cuando ya es casi imposible decir que en Cuba existan viales? Las calles de Bagdag tienen menos huecos que las de Ciudad de La Habana, para no hablar del resto de la isla, con la sola excepción de aquellas vías que dan acceso a los centros turístuicos internacionales.
Y asi es en todo. El síndrome del pichón y el paternalismo aplicado a todas las esferas de la vida cotidiana, como el padre borracho y vago que exige a su hijo una disciplina beatífica.
En cualquier momento se le ocurre a uno de estos caras duras de la burocracia sugerir la extirpación de la mitad de los estómagos a los cubanos para paliar las deficiencias en la transportación de los alimentos hacia los mercados, porque ya a esta altura del año, la televisión cubana afirma que está sucediendo “lo mismito del año pasado” , se pudren las viandas y los vegetales en los centros de acopio porque no hay transporte para acarraearlos del campo a la ciudad..
Ya que hemos militarizado toda la economía, propongo que nuestro estado, dueño y señor de cuanto rueda y no rueda por nuestro país, disponga que todo el transporte militar guardado y conservado en los parques de las unidades militares, se ponga en función de ganarle la guerra a una burocracia que aspira con sus indolencias a que nuestro pueblo comience a padecer el capitalismo al estilo ruso o chino, da igual.
Transportar los alimentos es la única guerra que debemos ganar aquí, la de los yanquis ya llevamos esperándola 50 años y no llega, se han podrido las gomas de los camiones militares en esa espera, pues: ¡Militares, pueblo uniformado, a ganarle la guerra a los burócratas y a transportar la comida del pueblo! ¡Dejen de holgazanear que el enemigo les gana la partida!
Ya que los militares se han apropiado de toda la esfera económica que produce divisas al país, pues que tambien se esfuercen en que funcione aquella que produce los feferes de Liborio.
Señores, saquen los camiones militares, que la vida ha demostrado que las guerras las gana el pueblo con inventivas. Toda esa técnica se va al carajo en una semana de guerra y solo queda el pueblo, el de a pie, fustigando al enemigo como sucedió en Vietnam, y como sucede en Afaganistan e Irak hoy en día.
Y como todo empezó por la vialidad, toquémosle el cornetín de nuevo a nuestros pundonorosos burócratas del Ministerio del Interior en la Dirección de Tránsito y Vialidad.
Comencemos por las tarifas para el servicio de grúa y remolques que utilizarán para llevar hasta los depósitos a los autos que obstaculicen la vialidad.
Esto lo haremos no por el importe monetario, sino por su equivalencia en días de trabajo que implican para el afectado, usualmente un chofer que no gana jamás 300 pesos cubanos al mes.
Para un recorrido de 10 kilometros la grúa le cobrará 6 días de salario, si el recorrido es mayor casi un día de salario más por kilómetro.Si lo remolcan 20 kilometros ese mes el chofer no cobra, su hijo no se alimentará, ni podrá pagar la electricidad el agua y el gas.
Eso no termina ahí, por día de estancia en el depósito tendrá que pagar usted el primer dia, casi dos días y medio de salario y por cada día adicional, cuatro días y medio de su jornal. A ello súmele otros tres días de trabajo que cuesta la multa por obstruir la via.
¿Usted cree que por ello se incrementaran los índices de suicidio en Cuba? Foul a las mallas amigo lector, recuerde que estamos en “el reino de este mundo”, en el realismo mágico, en el mundo de Mandrake el Mago. La solución está ahí, a flor de piel. ¿Cómo? Pues robarle la gasolina al auto, vendérsela a los partículares y de esa forma seguir subsistiendo mediante la economía marginal, como ha sucedido hasta ahora en respuesta a los magros salarios que da el estado.
Cien puntos para el burócrata y seguidores que pensaron que con estas medidas resolverían el problema de la vialidad en Cuba, cuando lo que hacen es reforzar el de la ilegalidad. ¿A quien puede ocurrírsele que con multas financieras que exceden en cuatro o cinco veces los salarios del cubano se dan soluciones a los problemas? Son hasta malos aprendices del capitalismo, solo califican como mafiosos de la económia.
Siguiendo con la parodia de lo real maravilloso, mientras el cubano vive en el “reino de este mundo”, nuestros burócratas andan con “los pasos pérdidos”, digo, creyéndoles que aún están interesados honestamente en construir un socialismo participativo y democrático en nuestro país.
Según establece la Ley 60, la Dirección Nacional de Tránsito no se hace responsable por los daños y perjuicios que pueda sufrir el vehículo cuando es trasladado por la grúa, la Ley del Talión: si usted parquea mal lo sanciono, si yo daño su carro en el traslado usted paga los daños. El estado por encima de las leyes, puede delinquir y como siempre, al final el pueblo paga.
Demás está decir que la coletilla que aparece en el diario de que el MININT adoptará todas las medidas pertinentes para evitar afectaciones innecesarias durante la aplicación de estas medidas será como el globo de cantoya, expresión cubana para referirse a algo inalcanzable.
Ya en artículo anterior referí las peripecias de un amigo para reclamar una multa, precisamente aplicada por quedarse roto en el medio de la vía, y a pesar de percatarse el agente del tránsito de la rapidez con que resolvió el problema para no obstruir la circulación, lo premió con la pérdida de tres dias de salario.
De acuerdo a la Ley 60 hay una Dirección Nacional de Tránsito, pero a la hora de reclamar la multa se sectorializa y muta como el camaleón, lo que pone de manifiesto la verdad de perogrullo de que en Cuba nada puede reclamarse, salvo que lo publique el Granma y hasta ahí a veces la tarea es en vano.
Al final, el teniente coronel entrevistado, José Santamariña Guerra, afirma con desenfado que “las medidas son razonables y necesarias” y al periodista le faltó precisar: ¿razonables para quién?, ¿necesarias para quién? ¿Acaso esa Ley 60 se consultó con el pueblo o como siempre fue redactada por el Consejo de Estado y después endosada por nuestro mudo parlamento?
Lo razonable y necesario es pavimentar nuestras calles y carreteras, completar y revitalizar nuestras señales de tránsito y entonces, estimado coronel, exija al conductor disciplina en la vía.
Mayo 8 del 2010
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