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Contra las injusticias todas.

Riflexiones

El pasado 19 de mayo la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba proclamó su solidaridad con quienes enfrentan la brutal violación de sus derechos humanos como consecuencia de la ley racista y xenófoba aplicada por Jan Brewer, gobernadora del Estado de Arizona de Estados Unidos.

Esta ley le permite a la policia usar el perfil racial para detener a cualquier persona si tiene “sospecha razonable” de que es un ilegal, creando con ello una atmósfera de persecución contra todo tipo de inmigrantes.

A partir de ahora los inmigrantes en ese estado serán constantemente sometidos a detenciones arbitrarias, resgistros y vejaciones, incluyendo la deportación a su país de origen.

Me sumo de lleno a esta iniciativa de nuestra Comisión de Relaciones Exteriores de nuestro Parlamento, pero puedo sugerirle algunas cosas del patio donde tendrán también tela por donde reclamar y proclamar su solidaridad.

El primer ejemplo es el de los orientales segregados en Ciudad de La Habana, donde las autoridades les niegan el derecho a la residencia. Conozco habitantes de otras provincias de Cuba, casados y con hijos y laborando por la izquierda desde hace más de una década, que no han podido legalizar su situación de vida en la capital.  Si no tiene residencia en Ciudad de La Habana no puede laborar en sus centros de trabajos.

Son seres que están y no están, obreros que laboran sin derecho a jubilación, padres de familia en el que todos sus hijos son habaneros y él un palestino, como el pueblo los ha bautizado, y aquellos que no se han casado con una habanera, mensualmente giran a sus familiares en provincia los jornales obtenidos con el sudor de su frente.

El segundo ejemplo, es el delito de peligrosidad, instrumento por el cual usted puede ser detenido y sancionado sin haber cometido transgresión alguna. Usualmente se les aplica a personas que no trabajan para el estado y tienen como meta para la búsqueda de su sustento la actividad ilicita o ilegal. Aquí puede ser sancionado desde el que se dedica al robo, hasta el que no quiere trabajar para el estado por un sueldo  y se consagra al trabajo particular, tales como plomeros, albañiles, carpinteros, todos trabajos fuertes y muy bien pagados por la población ante la ausencia del trabajo estatal en esos sectores.

De lo que se desprende que la ilegalidad en Cuba es un término bastante maleable, pues estos trabajadores por cuenta propia no serían considerados ilegales en otro país del continente.

 

El tercer ejemplo es la advertencia oficial, que viene siendo un conteo de protección para que usted se quede tranquilito en su casa. Este le puede ser aplicado por las razones del segundo ejemplo anterior y con ello obligarlo a que vaya a trabajarle al estado por un sueldo irrisorio a su provincia de origen y de paso aprenda a delinquir de verdad en el desvío de recursos en los centros de trabajo, que es una forma de vida en nuestro país, incluso a los más altos níveles de las instituciones del estado.

Esta variante de la advertencia oficial es tambien usada en los casos de delitos de opinión, como se le ha comenzado a llamar aquí a todo aquel que disiente de palabras o mediante prosa con algunas politicas internas o deficiencias de nuestro estado.

Entre el campo de la legalidad y la ilegalidad también se mueve la policia, que en el caso de la cubana, ni siquiera necesita duda razonable, ni que seas extranjero, para irle arriba y pedirle el carnet de identidad a un ciudadano, y si usted se pone un poco molesto, puede recibir también su tanda de golpes de amansamiento antes de ser acusado de desacato por negarse a mostrar su carné de identidad. Todo es posible en la viña del señor.

Otro ejemplo es la ausencia del derecho a la asistencia letrada en el momento de la detención, que mantiene al detenido a la vera del instructor y a este si ningún mecanismo legal que le limite su actuar contra el reo y que nadie venga decir que está protegido por la fiscalía, pues es menester recordar la resolución del anterior fiscal exigiendo de sus subordinados el cumplimiento de los términos para la aplicación de las medidas cautelares establecidas en la ley a los asegurados.

Así que, como una vez mencioné en uno de mis artículos, es preciso primero darle una ojeada a la casa propia antes de ir a criticar la del vecino.

El Francotirador del Cauto

Mayo 23 del 2010

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