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Los buenos y los malos.

Riflexiones Hoy, 10 de junio, el diario Granma, bajo el titulo “ los buenos y los malos dirigentes obreros”, publicó en su primera página varios fragmentos del discurso pronunciado el 15 de junio de 1960 por el Cro. Fidel, en una asamblea de los trabajadores en el teatro, entonces Blanquita, hoy Carlos Marx. No se que objetivo persigue el rotativo al reseñar esos párrafos pronunciados por Fidel en aquellos momentos en que el pueblo cubano todavía no se había decidido a enarbolar las banderas del socialismo en el país, pero deja un mal gusto ese señalamiento a los dirigentes de la clase obrera cubana. La burocracia para Granma al parecer no tiene culpa de nada. Las ideas citadas corresponden a un discurso de aquella época en la que la Revolución Cubana comenzaba a gatear, y donde era necesario comenzar a educar a un pueblo que tenía al capitalismo como marco de referencia reciente. Han transcurrido 50 años de ese discurso y pretender insuflarle actualidad al mismo es hacer un pobre favor al trabajador cubano y una defensa taimada a la burocracia. Después de 50 años es muy dificil hacer creer a nadie en este país que los problemas que tenemos dependen de los buenos y malos dirigentes obreros, cuando de sobra se sabe que el problema medular para la construcción del socialismo en Cuba estriba en que los medios de producción no pertenecen a la clase trabajadora. Pero pregunto más ¿Qué poder real tiene un dirigente obrero hoy en Cuba? A 50 años no podemos creer que un buen dirigente es aquel que busca soluciones y fórmulas que convengan al obrero y a la nación, sino que sabemos muy bien que las verdaderas soluciones hay que encontrarlas aplicando las propuestas de los trabajadores y permitiendoles jugar el rol de dirección y el poder de decisión que nunca en cinco décadas han tenido. No es el dirigente quien tiene que decir las cosas más difíciles, sino aquellos quienes sufren directamente por esas deficiencias, no en vano se les pidió a los trabajadores que hablaran de los problemas de la patria y hay más de un millón de opiniones proporcionadas por ellos que han sido puestas a dormir el sueño eterno. Es que ni siquiera se dieron a conocer. Esos malos dirigentes a los que se refirió Fidel en 1960 han degenerado en la burocracia inmovilista de hoy; y es que el burócrata no puede ser revolucionario pues pertenece a un sector improductivo que se divorcia cada vez más del trabajador, es un sector que la prática ha demostrado estar más preocupado por la salud y bienestar de su familia, que por el buen funcionamiento de la economía del país. Es que al cabo de cinco décadas es pueril traer a colación un discurso donde se asevere que el burócrata está cambiando ventajas pasajeras por fracasos futuros. No, ese fracaso futuro al que se refería Fidel en 1960, ya se materializó hace dos décadas y se extiende hasta el presente. No fue la burocracia ni ignorante, ni mal intencionada, ni desorientada, ni irresponsable, ellos han estado siempre muy conscientes de hacia donde van: vivir lo mejor posible a costas de los trabajadores, cuestión que practican hoy en día sin tanta simulación. Si en algo tiene actualidad el discurso en cuestión es cuando Fidel se preocupa de aquellos que no tienen trabajo y aboga por invertir para crear nuevos empleos, habla de costos y rentabilidad, muy a tono con la situación actual, en la que el presidente cubano, Raúl Castro, reveló que sobraban un millón de trabajadores en los sectores economicos del país, y ello, en momentos en que no hay recursos para invertir. Y vuelve también Fidel a tener razón cuando dijo en 1960 que esos dirigentes malos de aquel entonces, para mi esa burocracia de hoy, “pueden engañar a los obreros una parte del tiempo, pero no podrán engañar todo el tiempo a los obreros”. Tiene razón cuando afirmó en 1960 que “los dirigentes que practican esa política de olvido a los grandes intereses de la clase y de la nación ¡a la larga irán siendo relegados como corresponde a los demagogos y a los falsos dirigentes en un proceso revolucionario!”. Esa es una tarea pendiente en el plan de trabajo de los trabajadores cubanos. Y coincido plenamente cuando Fidel expresó en aquel entonces que lo que vale en una revolución son las grandes verdades, no el interés de un día, sino el interés del futuro, el interés eterno de los trabajadores. Debíamos hacer un plebiscito nacional para consultar con los trabajadores si están dispuestos a apropiarse de los medios de producción y comenzar a construir el real socialismo en Cuba, no ese de mentiritas, donde el estado es el real propietario de todo. Habría que consultar con los trabajadores si estarían de acuerdo en continuar manteniendo a una burocracia parásita que entorpece todo intento de perfeccionar el estado obrero en Cuba. Estoy seguro que si preguntaramos a los trabajadores donde están los malos, el dedo proletario apuntará hacia la burocracia, hacia aquellos que no quieren que ellos sean los reales protagonistas de la patria. 10 de junio del 2010 Francotirador del Cauto francotiradordelcauto@yahoo.es http://francotiradordelcauto.blogia.com/ http//francotiradordelcauto.pookeo.net/

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