La tierra sirve y los hombres también

Riflexiones

La lectura del artículo “La tierra sirve, y los hombres también”, publicado en el diario Granma el pasado 26 de diciembre, nos da una enjundiosa  enseñanza: un colectivo de trabajadores agrícolas no sirve para nada si al frente de él no hay un administrador serio  y responsable.

Nos informa el diario que ya no quedan rastros de aquellos días oscuros en que los campesinos de la CPA cañera, Augusto Cesar Sandino,  andaban cabizbajos y angustiados ante los pobres resultados de su cooperativa, que la llevaron a tener pérdida por más de 17 mil pesos.

De acuerdo a uno de sus integrantes, José León, “nada funcionaba bien, en especial la dirección, que administraba mal los recursos y no era ejemplo para nadie.

Pero todo comenzó a cambiar el día que eligieron  como Presidente a Arturo Sotuyo, un joven de 22 años, quien incluso va a laborar con los campesinos con la guataca al hombro.

Luego el artículo nos narra como  la nueva administración  ha logrado mejores índices económicos y de productividad al organizar, un solo hombre,  el trabajo del colectivo.

Toda una novela rosa en la que por ninguna parte asoma la causa real por la que esa cooperativa era ineficiente. No me cabe en la cabeza que por la mala administración de un individuo hayan llegado a tales extremos. Y me pregunto ¿Quién le exigió al pasado administrador? Esos cooperativistas ¿eran mudos? ¿Serán esos trabajadores agrícolas de esas personas que sin un caudillo no van a ninguna parte? O es que esos campesinos, como sucede con el obrero en la fábrica, no se sentían dueños colectivos de la tierra que trabajan, o no les dolía la mala administración que padecían. Y ¿quien pagó esos 17 mil pesos de pérdida?

No sería que el anterior administrador no tenía facultad para hacer lo que ahora se permite, en las tierras de esa cooperativa, como  la crianza de ganada vacuno, la siembra de cultivos varios, la aplicación del pago por rendimiento, el respeto a la doble jornada y la política del multioficio.

Una vez más afloran en nuestra prensa concepciones simplistas al analizar los problemas de nuestra  sociedad. Si bien resulta importante una buena administración en cualquier empresa que nos propongamos, más importante es contar con un equipo que participe activamente en las labores  de dirección, fundamentalmente a aquellas referidas a que  el colectivo sea decisorio para elegir a sus representantes y tenga la potestad de  renovarlo cuando no cumple las tareas para las que ha sido nombrado., sin esperar a que, como por arte de magia, se desaparezcan 17 mil pesos.

El caudillismo a ningún lugar bueno ha llevado a la sociedad, salvo a  restarle importancia a la labor del colectivo en la conformación de su propio futuro y a su papel renovador en la sociedad. Los caudillos se cansan, mientras los colectivos  se renuevan a cada instante.

Sugiero al periodista responsable de la historia en cuestión,  que profundice más en futuras historias, y hurgando a lo mejor encuentra que el administrador de marras fue impuesto por el Partido o por otra institución estatal, quizás era amigo de alguien,  quien sabe si allí se ejecutaba más por la izquierda que por la derecha, e incluso trate de explicar a donde fueron a dar los 17 mil  pesos en pérdidas que se menciona así como al pasar.

Sería un poco más saludable conocer en tal reportaje cuantas personas integran esa cooperativa y con que recursos tecnológicos cuentan, para poder  al menos tener una idea de cuantas personas necesitamos para que se produzca un litro de leche o una libra de carne, de malanga o de plátano, y de tal forma podernos explicar porque cada día tales productos se encarecen más en el mercado.

Porque es  una paradoja  que los productos del agro sean más caros utilizando al buey que gastando petróleo con un tractor. Y aquí hagamos un alto, utilizar al buey en los actuales momentos de crisis económica es una solución, pero no me la vendan como el camino más adecuado para alcanzar la productividad y el desarrollo agrario. Sin tecnología no hay desarrollo y el buey hoy en día solo es un mal necesario.