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Todos los caminos conducen al capitalismo, perdón, a China.

Riflexiones

 “Curiosidad, asombro y misteriosas pasiones provoca todo lo relacionado con la República Popular China”, así comienza el artículo publicado en la pagina internacional  de Juventud Rebelde, el pasado 10 de enero, bajo el título: “2010: todos los caminos conducen a China”.

Y sí, compañeros lectores, curiosidad y asombro provoca la lectura de este artículo al percatarnos, en primer lugar, de la gran omisión que en él se hace  de lo que realmente sucedió y sucede en China y en segundo término, que todo el engrudo periodístico lo que hace es enaltecer la vía capitalista china, que coincide con la “transición” que nos oferta el poderoso vecino del Norte,  como una salida posible a la catástrofe del “socialismo cubano”.

Soslayando eso de los lazos de sangre que, según la periodista,  nos unen a los chinos –los vinculantes a África son más creíbles- lo que sí no podemos obviar es al especialista  que utiliza la periodista para dar credibilidad a su información, nada más y nada menos que Eduardo Regalado, investigador del Centro de Estudios de Asia y Oceanía (CEAO) en nuestro país. Ya hace unas semanas redacté un artículo titulado “A caballo Regalado si se le mira el colmillo”, donde rechacé otras ideas simplonas que parte de la burocracia cubana quiere pasarnos por liebre, cuando aún ni siquiera parece gato.

Para este analista del CEAO ya todos los caminos no llevan a Roma sino a China e incluso llega hasta afirmar que el Partido que rige los destinos de China es comunista. Estos investigadores no solo olvidan algo, sino que lo olvidan todo, olvidan incluso que fue Milton Friedman quien redactó a este supuesto partido comunista chino  un programa de liberalización economica cuando esos dirigentes decidieron convertir el país en una economía de mercado, sucursal del mundo capitalista.

El artículo no menciona que en 1980, ese Partido que dirige hoy los destinos de la gran  nación asiática, invitó a Friedman a visitar China para impartir tutorías a centenares de funcionarios de alto nivel, profesores y economistas del partido sobre los elementos fundamentales de la teoría del libre mercado, y quién convenció a los líderes de ese país «de lo mucho mejor que vivía la gente corriente en los países capitalistas que en los países comunistas».

Ya en ese entonces,  Friedman, el padre del neoliberalismo, cargaba sobre sus hombros la paternidad de la Escuela de Chicago, esa que aupó a Pinochet en Chile y al resto de los  militares asesinos, que por la fuerza tomaron el poder en el cono sur latinoamericano por aquella época y que tan trágicos recuerdos dejaron dentro de la izquierda en esos países.

Yo aconsejaría a estos  defensores a ultranza de la vía china que consiguieran el libro de la canadiense Naomi Klein titulado “El capitalismo de desastre” donde documenta como el partido comunista chino quería abrir la economía a la propiedad privada y al consumismo sin renunciar a su propio control del poder, un plan que garantizaba a las autoridades del partido,  a la burocracia china y a sus familiares ser los primeros en hacerse con los pedazos de negocio más rentables, en el momento en que los activos del Estado fuesen puestos a subasta.

Según la autora, en esta idea de la “transición, las mismas personas que controlaban el Estado bajo el comunismo lo seguirían controlando bajo el capitalismo, pero disfrutando, al mismo tiempo, de una mejora sustancial del estilo de vida”. “El modelo que pretendía emular el gobierno chino no era el de Estados Unidos, si no, mas bien, el del Chile de Pinochet: mercados libres combinados con un control político autoritario posibilitado por una represión de mano de hierro”.

¿Es eso lo que quieren para Cuba?

De esta forma “el partido iba a emprender su propia contrarrevolución y pediría a los trabajadores que cedieran muchas de sus prestaciones sociales y de su seguridad para que una minoría pudiera recaudar enormes beneficios”.

Según Regalado, el presidente chino Hu Jintao reconoció en el  Congreso las desigualdades del país, y que estaba previsto en la estrategia nacional que unos se iban a desarrollar primero y otros después. Aferrándose a  Deng Xiaoping nos quiere hacer creer que  con los recursos generados por ese desarrollo se priorizaría el cierre de las brechas que no podían continuar en la evolución económica y social china.

¿Quién decidió que parte de la población china se desarrollaría primero y la otra después? ¿Qué está sucediendo en el mientras tanto?  Nada más y nada menos que los trabajadores cargan sobre sus hombros el peso de la crisis. La política de privatización de las empresas del Estado, votada en 1997, en el último Congreso del Partido Comunista Chino,  provocó  millones de desempleados urbanos, millones de campesinos sin trabajo en el campo y en la población  acentuó la desilusión y el descreimiento en que el Partido Comunista pueda superar su actual grado de corrupción, revertir la situación e impulsar un nuevo futuro.

Según los teóricos capitalistas,  China ha instaurado un  capitalismo de Estado, que se caracteriza por su gradualismo, la apertura al exterior, el autoritarismo político y la capacidad de innovación y flexibilidad para mantener en el poder  a una casta de burócratas. Si eso es lo que aplaude Regalado a nombre de una parte de la burocracia cubana pues que lo diga llanamente y no induzca a personas desinformadas a sentirse curiosas  y asombradas por los “avances chinos”.

En el artículo, ninguna referencia a que el 3 de junio de 1989  los soldados y tanques del Ejercito Popular de Liberación chinos  avanzaron  y dispararon indiscriminadamente  contra los manifestantes de la plaza de Tiananmen,  que se oponían al neoliberalismo,  donde se calcula hayan asesinado a unas 2 mil personas y herido a otras 30 mil.

Pasa por alto que fue el mismo Deng Siao Ping quien creó la Policía Armada Popular, un cuerpo antidisturbios de carácter móvil, integrado por 400 mil agentes con la misión de aplastar todo indicio de “delito económico”.

Ni siquiera menciona la creciente indignación del pueblo chino y las miles de huelgas que allí se realizan contra el capitalismo, la corrupción y el nepotismo que caracteriza a la cúpula e integrantes del mal llamado Partido Comunista Chino. ¿Es esto lo que ansían esos burócratas cubanos para nuestro país?

Nos quieren hacer creer que todos los caminos conducen a China, pero la realidad es mucho más rica en ocasiones que la imaginación estéril del  burócrata. China va hacia el salvajismo y la barbarie capitalista y nosotros, aquellos que no hemos dejado de ser comunistas cubanos, sabemos  que hay una gran alameda nombrada Socialismo Participativo, Democrático y Decisorio por donde solo puede llegarse al desarrollo y a la felicidad

13 de enero del 2010

 

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